irme

El invernal viento golpeaba las ramas desprotegidas.
Te sentaste en ese duro banco de cemento, y temblabas. Supuse que el frío creaba esa reacción, quizás fui yo.
La luz de los faroles era lo único que nos iluminaba. Era una experiencia hermosa, el frío de a poco se convertía en algo placentero. Los nervios jugaban en contra, pero no te importó, y yo sólo gozaba de la vista que me ofrecías.
Nunca quise irme, menos que me echaras...

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