no terminé

Una vela encendida bastaba para iluminar todo lo que necesitaba ver. No sentía felicidad, sentía comodidad, la tristeza no la tocaba y ya no sentía nada. Súbitamente un frío helado le recorrió la espalda, se dio media vuelta, y comenzó a sentir nervios. Ruidos proveniendo de aquél lugar, hacia donde no podía ver por falta de luz. Esforzó la vista, varias veces pero jamás alcanzaba a divisar absolutamente nada. Lentamente volvió a sentarse, le costaba ya que sus piernas temblaban... ahora sentía, y sentía frío.

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